El libro más que como objeto de aprendizaje debe ser camino de aprendizaje. Y que la lectura sea un encuentro personal de suma libertad porque lo válido es que el hombre se apropie de ella , que le imprima su rostro , su personalidad y lo haga reflejo de su identidad. Que la lectura sea un hallazgo, una suerte de aventura, de instante íntimo y creador del ser expuesto sinceramente frente al mundo. Si ocurre de ese modo ha de prosperar la lectura continua, asidua y permanente ayudando a las personas a que tengan un mejor sentido de su existencia, vivan con mayor profundidad, madurez y sensibilidad frente a los distintos aspectos que nos presenta la naturaleza, la cultura y la sociedad.Se insiste en la necesidad de que el educador desarrolle una habilidad muy importante y es la de sopesar el nivel del texto con que se va a trabajar él y sus educandos para que el cato de leer sea fluido y verdaderamente útil .Es apabullante y deprimente constatar que la mayor parte de los textos incluidos en los diversos materiales de lectura no han tenido en cuenta este elemental criterio.Sin ánimo de adjudicar responsabilidades específicas, lo que ocurre es que este insoslayable paso de la selección adecuada de textos ha sido dejado de lado en cuanto a severidad y ha sido sustituido por la intuición de autores, antologístas y editores.
El pretender subir la escalera evitando peldaños o "salteándose" etapas ve en grave detrimento del estudiante que, ante su frustación comprensiva, tomará el acto lector como algo intrascendente y para salir del paso.
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